COMERCIO EXTERIOR: Situación previa, evolución y perspectiva del comercio global, regional y nacional en el marco de la COVID-19
a) Introducción: Situación del Comercio Internacional a escala global. Atento a proceder a un análisis más riguroso de la situación actual y las perspectivas en torno a la evolución del comercio mundial y las hipótesis que se barajan a partir del impacto de la COVID-191 , aportamos la siguiente visión, basada en información analítica del comercio a escala global y como creemos que puede retomar la iniciativa económica que condicionaría la evolución de las exportaciones e importaciones, con foco principalmente en América del Sur y la Argentina en particular. En este sentido, es importante evaluar la situación del comercio mundial previo a la irrupción de la pandemia que disparó la COVID-19, tomando como referencia estadística, lo acontecido en 2019, donde, según datos del informe 20-2749 de la OMC (Organización Mundial del Comercio) de abril del corriente año2 , podemos observar que el comercio global venía mostrando signos de ralentización con una disminución efectiva del 0.1 % en los volúmenes comerciales a escala mundial y hasta un 3 % de merma del valor total de las exportaciones en términos comparativos entre los años 2018 y el 2019. Lo anterior, entendemos está influenciado por una tendencia que llamamos “neoproteccionismo” que se percibe desde hace algún tiempo a escala global y que se presenta en situaciones que derivan en tensiones políticas con impacto comercial, en conflictos entre China y USA (con discrepancias diplomáticas, incremento de aranceles al comercio, etc.). También es producto de este “neoproteccionismo” y priorización de los intereses nacionales, la salida del Reino Unido de la Unión Europea – Brexit -, la conflictividad regional en el Cono Sur que lleva a una mayor decadencia al MERCOSUR, entre muchas otras tensiones que se observan a escala global y que llevan a que al mismo tiempo que se negocian acuerdos de libre comercio que liberan aranceles, se erigen barreras para-arancelarias que complejizan las relaciones comerciales internacionales. Como veremos más adelante, el entorno afectado económicamente por la COVID-19 podría terminar por acentuar este tipo de medidas proteccionistas, prolongando la crisis y acotando las posibilidades de una recuperación más rápida.
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1 La COVID-19 es la enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente. Tanto este nuevo virus como la enfermedad que provoca eran desconocidos antes de que estallara el brote en Wuhan (China) en diciembre de 2019. Actualmente la COVID-19 es una pandemia que afecta a muchos países de todo el mundo. 2 https://www.wto.org/spanish/news_s/pres20_s/pr855_s.pdf
b) Situación del Comercio Exterior en la Argentina: Visto el contexto marco global, es importante, previo a evaluar el impacto COVID-19 en el comercio mundial, hacer una referencia a lo que acontece en Argentina, describir el estado de las cosas en el punto de partida de esta crisis y que implicancias (positivas y/o negativas) puede tener para nuestro país la situación global. En este sentido, es dable destacar que el año 2019 el desempeño de las exportaciones argentinas experimentó una tenue mejora relativa (comparando con 2018). Argentina exportó algo más de 65.000 millones de dólares a diciembre del último año, lo cual supuso el 0.4 % de las exportaciones globales totales (un número que sigue siendo exiguo para un país con el potencial de la Argentina).
El crecimiento relativo de las exportaciones argentinas de 2019, responde casi de manera lineal a la recuperación de las exportaciones agrícolas después de una fuerte sequía que afectó los rindes de la cosecha 2018 e hizo mermar los volúmenes exportables, se observa así un proceso de re-primarización de las exportaciones. Es importante tomar con mucha seriedad en este análisis que si bien Argentina logra en 2019 un superávit comercial importante (en el orden de los 16.000 millones de dólares), es considerado como “no virtuoso”, dado que no se basa en un incremento del flujo exportador, sino en una abrupta caída de las importaciones que se reducen en un 25 % promedio respecto al año anterior, representando así la peor estadística para las importaciones argentinas en 10 (diez) años. Siguiendo con este análisis local del comercio exterior, traemos a colación la información estadística del primer trimestre de 2020 que no muestra otra cosa que un nuevo deterioro, tanto de las importaciones (que caen un 18.6 %) como de las exportaciones que retroceden un 6.8 % respecto al anterior período, con único dato alentador (menor salida de dólares para pagar importaciones), de la continuidad del superávit comercial incluso aún mayor al anterior y mejorando en un 65.6 % pero con escaso movimiento del comercio exterior.
c) Afectación del comercio mundial por la irrupción de la COVID-19 Según el informe de la OMC que citamos como referencia para este informe, las previsiones en cuanto a la reducción del comercio a escala global como consecuencia de la pandemia, podría oscilar entre un 13 % y hasta un 32 % respecto a los valores del comercio de 2019. Sin dudas son cifras muy elocuentes del impacto de esta crisis en el comercio internacional, siendo la recuperación bastante incierta, dependiendo mucho de la duración del brote COVID19 (y potenciales rebrotes), como así también dependerá de la respuesta política de los diferentes gobiernos que ante la crisis puedan mostrar un comportamiento más restrictivo (proteccionista) o bien una flexibilización comercial que lleve a una apertura de sus economías (hipótesis que vemos como poco probable). En la hipótesis más optimista respecto al impacto de la crisis en el comercio, que plantea un recorte en torno al 13 % a escala global, esta tendencia prevé una caída fuerte en el inicio de esta crisis y a la vez, una recuperación más rápida a partir de un rebote que prácticamente conduzca a valores cercanos a la previa de la crisis, lo que en economía se conoce como recuperación en “V”. La alternativa más extrema en el planteo de la OMC, es la que prevé una caída mucho más pronunciada, del orden del 32 % y que tendría una recuperación más lenta y con un movimiento comercial a escala global que se mantendría por algún tiempo en valores sensiblemente más bajos, lo que representaría una posible recuperación en “L”.
Independientemente de estas dos tendencias hipotéticas en torno a la caída y recuperación del comercio a raíz del impacto de la COVID-19, como señalamos precedentemente, la velocidad y eficacia de la recuperación del comercio, estarán condicionadas por el nivel de proteccionismo de la industria y la producción que cada país o región aplique en este proceso, si las relaciones económicas internacionales continúan signadas por esta tendencia «neoproteccionista”, que mencionamos al inicio de este paper, puede que el proceso se ralentice y lleve mucho tiempo lograr una recuperación sostenida en el tiempo. En este sentido, es importante destacar que en toda crisis de este tipo (que podría ser comparable a una situación de guerra), los países tienden a stockearse de alimentos ante una posible escasez o complicación logística que se desencadene ante una pandemia y la dificultad en la circulación de personas y medios de transporte, por ello, los “agroalimentos” terminan resultando menos permeables a una crisis de estas características y quienes producen este tipo de comodities (tal el caso de Argentina y varios de los países sudamericanos), presentan una situación de menor vulnerabilidad en este sentido a raíz de su oferta exportable.
También prevemos que por esta vía (con la exportación de alimentos o insumos vinculados a esta industria) la recuperación sea más rápida y eficaz en países con una matriz exportadora más “primarizada” que aquellas naciones que exportan mayoritariamente bienes suntuarios o más sofisticados, cuya recuperación, sin dudas, demandará más tiempo. La agilidad en la recuperación comercial estará también condicionada por la política monetaria y fiscal a escala global, la restricción comercial externa junto a la caída de la demanda interna en los países, determina que los gobiernos avancen en esquemas de corte “keynesianos” de intervención estatal, para cubrir lo que el mercado no está en condiciones de satisfacer y resolver a raíz de la caída de las economías. Esto puede ser un elemento que presione para un mayor nivel del gasto público y ese déficit se cubra con emisión monetaria excesiva y menor ingreso de divisas que compense o respalde la emisión, contribuyendo así a la depreciación de las monedas nacionales y el peligro latente de una “guerra de monedas” que encarezca las importaciones y se abaraten en forma relativa los productos de exportación, generando así una nueva fuerte de conflicto que tampoco contribuya a una recuperación del comercio global.
d) Crisis 2008/2009 vs Crisis COVID-19 Algunos están cotejando la crisis actual con la situación derivada de la crisis 2008- 2009, si bien puede presentar algunos rasgos similares en cuanto a la caída del comercio global que muestran amabas situaciones, la crisis COVID es mucho más pronunciada y la gravedad ancla en la restricción al movimiento de personas, esto hace mermar el consumo típico y el gasto de los individuos en todo el mundo y a su vez, genera un complicación severa en la logística internacional que es el pilar fundamental del comercio con un tremendo impacto. Durante la crisis 2008-2009, por ejemplo, el transporte y el turismo no fueron tan golpeados como lo están siendo ahora por esta crisis. Otra de las diferencias sustanciales entre ambas crisis, es el impacto más evidente de esta última (Covid-19) en las cadenas globales de valor, una tendencia que viene tomando fuerza en el comercio internacional interregional, vinculado a engranajes globales donde muchas manufacturas complejas se fabrican y ensamblan en distintos países (puede ser el caso de la industria automotriz o los electrodomésticos por ejemplo).
e) Crisis y recuperación en hipótesis En cualquiera de las hipótesis (y en variables intermedias que podamos considerar como de ocurrencia probable entre los extremos planteados), todas las regiones sufrirán (sufren ya) en distinto grado el impacto, se barajan dos prospectivas en cuanto al nivel de recuperación del comercio (una vez finalizada esta pandemia) que va de entre un 21 y un 24 % según cada una de las dos alternativas planteadas, seguramente esto es intentar hacer futurología y las variables tendrán mucho que ver con el grado de cooperación a escala global que muestren los distintos países y que resulte superior al grado de competencia y conflictividad comercial que acarrea un posible proteccionismo exacerbado. Como vimos antes, cuanto mayor es el grado de sofisticación y complementación de los procesos productivos de fabricación y ensamble en más de un país o región, más se acentúa la caída y se retrasa la potencial recuperación de estos sectores productivos en cuanto a su comercio, en cambio, podemos aseverar que la debilidad estructural de las exportaciones argentinas (y de varias economías sudamericanas también), caracterizadas por un elevado nivel de primarización (exportaciones basadas en comodities agrícolas y manufacturas de origen agropecuario – MOA-), termina siendo en este contexto, una ventaja coyuntural, dado que, los alimentos, como vimos antes, son los que menos van a sentir (al menos en el corto plazo) el impacto de la crisis actual. En el caso del comercio de servicios, el impacto de la caída es visiblemente más grande (junto a ciertos bienes tangibles de carácter más suntuario y sofisticados) siendo los servicios un complemento fundamental en el comercio internacional, principalmente por el rol de la logística que implica el transporte y el resto de los servicios conexos y que dan soporte a esta actividad.
f) Sudamérica: ¿Será la primer región en lograr una recuperación pos crisis COVID19? Hemos visto en este reporte que los sectores económicos más amenazados son los industriales, principalmente aquellos más sofisticados o que están vinculados a una cadena global de valor que implique la participación de dos o más países en su proceso productivo o ensamble. En el caso de Sudamérica en líneas generales, las exportaciones industriales, si bien son importantes (más en algunos que en otros países) en general están bastante detrás de las exportaciones de productos primarios o de manufacturas de origen agropecuario que son aquellas que menos propensión a una caída abrupta tienen.
Esta debilidad estructural del componente exportador de muchas de estas economías de la región, resulta finalmente como señalamos antes, un factor positivo en esta situación que entendemos de coyuntura. Puntualmente la agroindustria y los agroalimentos son puntas de lanza para una rápida recuperación de las economías, principalmente porque en toda crisis, la demanda de alimentos suele ser más inelástica a los cambios de contexto, en cambio los bienes o manufacturas industriales, sobretodo en rubros que como vimos, estén dentro de un contexto de cadenas de valor y presenten un mayor grado de sofisticación, sufren más estos vaivenes. Si bien ahora estamos observando una fuerte caída generalizada que se percibe en la región de Sudamérica en la mayoría de los rubros económicos y esto tiene un correlato en el comercio internacional, se prevé que la recuperación (vía el sector agroindustrial o agroalimenticio) pueda darse más rápidamente que en otras regiones (incluso Europa o América del Norte reaccionarían más tarde). La recuperación, coinciden varios analistas, vendría de la tracción comercial que se dará (y ya se está avizorando) en Asia, principalmente desde China (paradójicamente donde se inició la crisis) y en menor medida de India (menos afectada por la pandemia). En esta situación de recuperación potencial que se prevé, tanto Argentina, como Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, con una matriz exportadora muy sesgada a la producción primaria agroalimenticia, podrían ser los primeros mercados en donde se visualice una recuperación y atisbos de crecimiento (respecto de la situación de crisis). En China, por ejemplo, ya comenzó a notarse una recuperación incipiente, donde las industrias retoman de a poco su ritmo de producción y se empieza a notar un incremento del consumo y crece la confianza en las perspectivas económicas chinas, lo cual también permite mejorar las proyecciones comerciales, cuando China acelera se transforma en una “aspiradora global” y los alimentos (principalmente productos primarios o semi elaborados) son los que verán incrementada su demanda. La tendencia de la recuperación de China, se da al mismo tiempo en que las economías de Europa y Estados Unidos continúan en una fase caótica a raíz de la pandemia, acusando el impacto más fuerte de esta crisis global. Así, las industrias americanas y europeas caen notablemente y las manufacturas e industrias en China cooptan mercados internacionales para sus exportaciones industriales, pero así como sale a exportar, China, también compra y esto ofrece una inmejorable oportunidad para las exportaciones agroindustriales sudamericanas.
La estrategia de China de acaparar mercados para sus exportaciones, se da al mismo tiempo en que sigue potenciando su estrategia de dinamizar su mercado interno y alentar el consumo de su población. Para el logro de tal finalidad, China requiere de importaciones en el sector de los agroalimentos potenciando así a las economías sudamericanas que a su vez, verán mejorada su capacidad de compra y requerirán manufacturas, equipos y maquinarias en los rubros que se verán potenciados, que podrían ser los siguientes:
– Maquinarias e implementos agrícolas.
– Equipos y herramientas para el agro y la ganadería.
– Nutrición y sanidad animal.
– Tecnología e insumos aplicados al agro.
– Servicios profesionales.
En este sentido, entendemos que Brasil y Argentina, en el Cono Sur, dado su mayor soporte tecnológico relativo, respecto a los países vecinos, podrían contar con ventajas comparativas para proveer a Bolivia, Paraguay, Uruguay, etc. en estos sectores que se moverán con una mejor dinámica pos-COVID-19. Asimismo, se presume que otros mercados, tal vez con una recuperación que se verá con menor fluidez en los tiempos también podrán ser destino de exportaciones alimenticias, en productos con un mayor valor agregado, pero con cierta ligazón con los agroalimentos, es el caso de los superfood, los alimentos funcionales y muchos insumos básicos de la industria de alimentos, con características especiales que los hagan requeridos en un mercado global en búsqueda de la reactivación económica y la recuperación comercial.
Lisandro MOGLIATI Licenciado en Gestión de Negocios Internacionales (UNR)
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