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Crisis mundial, las importaciones en el Mercosur y la utopía del libre comercio

En contextos de crisis internacional se fortalecen las estrategias defensivas de la industria y el mercado interno. El MERCOSUR en conjunto establece estrategias compartidas.

El gobierno nacional a través del Ministerio de Industria, convocó a representantes de diversos sectores de la industria argentina, para pedirles que en cumplimiento de lo acordado en la última Cumbre del MERCOSUR, realizada en Montevideo en diciembre último, nuestro país pueda presentar las listas de productos que serán alcanzados por la suba de la alícuota del AEC (Arancel Externo Común) del Mercosur o en su defecto, por la aplicación de las LNA (Licencias No Automáticas) que intervienen en ciertas posiciones arancelarias cuando se trata de una importación.

Estas medidas de carácter excepcional, que tienden a proteger el trabajo argentino en un contexto de turbulencia en el mercado mundial, han recibido fuertes críticas de algunos sectores conservadores y defensores de la utopía del libre comercio en nuestro país.

En la coyuntura económica actual, con la crisis de la Unión Europea y los intentos por salir del estancamiento de los EE.UU (destinos principales de las manufacturas de origen industrial de diversos países de Asia), surcamos una “guerra de monedas”, en términos de políticas de devaluaciones competitivas de las divisas de los diversos países (ver http://lisandro-mogliati.blogspot.com/2010/11/la-guerra-de-monedas-o-devaluaciones.html ), fortaleciendo la estrategia de “corset” que bloquea las importaciones a partir de la aplicación no sólo de “barreras técnicas” o no arancelarias, dado que es muy importante el desvío de comercio de los destinos habituales de las exportaciones asiáticas, a otros mercados emergentes y que no han sentido tanto el impacto de la crisis, como es el caso del MERCOSUR en términos generales y la Argentina en particular.

Esta “protección” a la industria del MERCOSUR (porque recordemos que esta es una estrategia del bloque en su conjunto ante la crisis) en la Argentina conlleva una contrapartida para los sectores económicos y las PyMES beneficiadas con estas medidas extraordinarias, ya que las industrias que se vean alcanzadas por el aumento del gravamen de importación, deben establecer cronogramas de inversiones productivas para su sector, mantener los precios sin especular con aumentos, fortaleciendo el proceso de ISI (industrialización por sustitución de importaciones), atendiendo con prioridad el mercado interno, sosteniendo las fuentes de trabajo del sector favorecido y la búsqueda de nuevos nichos de exportación.

Para los críticos a estas medidas que se erigen para favorecer la industria y el empleo argentino, les recordamos que no sólo es una utopía creer en el libre comercio o que la existencia de trabas a las importaciones son inherentes a las economías en vías de desarrollo o “tercermundistas”.

Hoy la UE y EE.UU se han convertido en los mercados más complejos para exportar, por ejemplo alimentos, los sistemas de intervención fitosanitarios que se aplican a las importaciones, constituyen barreras complejas de eludir para los exportadores argentinos y tanto en tanto, aparecen nuevas restricciones o problemas aparentes que detectan en los productos importados y terminan dejando fuera de carrera a nuestra producción nacional, como ocurre con las competitivas exportaciones argentinas de miel, discriminadas del mercado europeo por una “barrera” que implica la detección de OGM´s (pólen transgénico) y que ha hecho bajar el precio de la miel y es casi imposible exportar a Europa.

La resolución adoptada por el MERCOSUR en su conjunto, donde los países socios están habilitados a aplicar derechos de importación sobre 100 posiciones arancelarias por encima del AEC previamente establecido por el Tratado de Asunción que dio origen al MERCOSUR y hasta el 35% que es la alícuota máxima que establece la OMC (Organización Mundial del Comercio) constituye una medida que si bien es temporaria (porque vence en principio en 2014) sienta un precedente de cohesión y acuerdo virtuoso de los miembros del bloque, que conjuntamente con la expresión política compartida que establece la prohibición de barcos con bandera de las Falklands (Malvinas), han fortalecido la posición y la proyección de un proceso de integración cada vez más fortalecido.

Más allá de estas decisiones conjuntas del MERCOSUR y la suba del arancel a ciertas posiciones arancelarias en beneficio de la industria regional, hay que destacar que como mencionamos, la medida no sólo no viola el acuerdo de la OMC (que fija el 35 % como tope máximo a los gravámenes a las importaciones) aunque en cierta forma coadyuva a resquebrajar uno de los objetivos centrales de la cada día más diluida Organización Mundial de Comercio, que tiende a que el comercio internacional se conduzca en la senda del liberalismo.

Las crisis, recurrentes y sostenidas en el tiempo en estos últimos años, vienen a profundizar la antítesis de las expresiones “librecambistas” que persiguen los organismos internacionales que como el caso de la OMC y también el FMI, han perdido el rumbo de tratar de dirigir el flujo del comercio y las finanzas mundiales respectivamente, en un mundo que visiblemente ha cambiado y necesita nuevas reglas de juego.